Los panteones se vistieron nuevamente de luz, el olor de las ceras y veladoras inundaron la tumba de todos aquellos que ya partieron.
Eric fue uno de los tantos mexiquenses que llegaron al panteón municipal de Zinacantepec para visitar a su abuelita, a quien no habían podido ofrecerle una ofrenda en su tumba desde hace dos años.
Los jóvenes también llegaron al camposanto, para ser parte de está tradición mexicana tal es el caso de Heidy quien en compañía de hermanos y primos visitó la tumba de su mamá la cual fue alumbrada toda la noche.