Si bien el Estado de México ha experimentado una leve disminución en las tasas de trabajo infantil en los últimos años, la problemática sigue siendo preocupante, especialmente considerando que la entidad alberga la mayor cantidad de niños y jóvenes en situación laboral a nivel nacional.
De acuerdo con la última Encuesta Nacional de Trabajo Infantil 2022 realizada por el INEGI, entre 2019 y 2022, la tasa de trabajo infantil en la población de 5 a 17 años en el Estado de México bajó de 9.8% a 8.8%.
A pesar de esta reducción, se estima que en la actualidad alrededor de 273 mil niñas, niños y adolescentes realizan algún tipo de trabajo en la entidad, esto de acuerdo con datos de la Legislatura mexiquense.
El trabajo infantil es un problema social complejo y multifactorial, estrechamente relacionado con la pobreza y la falta de oportunidades. En muchos casos, las familias se ven obligadas a recurrir al trabajo de sus hijos e hijas para poder cubrir necesidades básicas como la alimentación, la vivienda o el acceso a servicios de salud.
La falta de oportunidades de trabajo para adultos también contribuye a la prevalencia del trabajo infantil, generando una brecha de desigualdad cada vez mayor y limitando el acceso a la educación para los niños y niñas.
Las consecuencias del trabajo infantil son devastadoras para el desarrollo físico, mental y emocional de los menores. Los trabajos que realizan suelen ser peligrosos y exigentes, exponiéndose a riesgos de salud, accidentes e incluso explotación.
Es necesario implementar estrategias integrales y multisectoriales para combatir el trabajo infantil en el Estado de México. Estas estrategias deben abordar las causas profundas del problema, como la pobreza, la falta de oportunidades de trabajo y la exclusión social.
Erradicar el trabajo infantil es un compromiso de todos. La sociedad civil, el gobierno y las empresas deben trabajar en conjunto para crear un entorno donde todos los niños y niñas puedan disfrutar de sus derechos y alcanzar su máximo potencial.