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Por seguridad no podemos decir el nombre real de las víctimas pero este es su testimonio.
Hace tres años Paco vivió junto su padre la peor pesadilla en la entidad mexiquense.
Paco, como todos los días acudió al gimnasio a unos metros de su escuela, luego de su rutina espero a que llegara su padre por él.
Eran cerca de las 20 horas cuando subió al carro kilómetros adelante con dirección a casa una camioneta paró frente a ellos.
Sujetos armados bajaron y retiraron del auto a los dos, amagados y vendados de los ojos fueron privados de la libertad.
Para ellos, cada segundo a ciegas era una eternidad, no sabían a donde los llevaban, no sabían si los matarían, solo eran gritos hasta que les taparon la boca.
Cuando terminó el viaje llegaron hasta un inmueble y fueron separados en cuartos distintos aunque ambos escuchaban su llanto.
Tiempo después y luego de permaneces en condiciones inhumanas tuvieron contacto con la madre, los secuestradores enviaron muestra del cautiverio en el que los mantenían y se comunicaron para pedir el rescate.
Sometidos, amordazados y golpeados así pasaron 20 días hasta que los sacaron de las habitaciones y los metieron a un automóvil.
Más de una hora de viaje y fueron soltado en un lugar donde solo recuerda que había árboles, aún estaban vendados y fueron a abandonados en ese lugar. Horas más tarde llegaron familiares por ellos, su madre angustiada ayudó a levantarlos. Ya había pagado el rescate y fue hasta el estado de Hidalgo donde fueron hallados.
La familia no quiso denunciar, el miedo dejó una huella en la familia. Decidieron hacer su vida en un municipio del Valle de Toluca pero Paco y su padre aún comparte traumas que será difícil de olvidar.