La fabricación de ladrillos y tabiques ha sido un oficio arraigado en la localidad de San Bartolomé Tlaltelulco, Metepec, con décadas de tradición.
Sin embargo, tras los desafíos impuestos por la pandemia, la creciente conciencia ambiental y el cambio de dinámicas laborales, los tabiqueros han enfrentado riesgos significativos para mantener viva esta ancestral práctica.
La unión de tabiqueros y trabajadores del barro metepequenses, reporta que de los casi 500 hornos de producción que adornaban el paisaje en 2020 , al día de hoy apenas sobreviven 5, un declive del 99% en apenas un corto período de tiempo.
Uno de los desafíos más notorios es la falta de relevo generacional, la combinación de trabajos más modernos y la estigmatización del trabajo considerándolo un "riesgo" ambiental debido a la emisión de gases ha llevado a una disminución drástica en la cantidad de personas dispuestas a ingresar en la industria.