Se dice que el café "huele a cielo recién molido", y en las alturas del sur del Estado de México, esta frase deja de ser metáfora para volverse realidad. En la comunidad de San Andrés de los Gama, en el municipio de Temascaltepec, a más de 2 mil 175 metros sobre el nivel del mar, el café nace entre nubes, montañas y sueños.
Aquí, en un rincón privilegiado por el microclima, la tierra y la pasión, vive y late la historia de Finca "La Ilusión", bajo el mando incansable de Federico Barrueta.
Federico, o Don Federico como muchos le llaman, es la segunda generación de una familia de cafetaleros. No le gusta plantarse coronas ni presumir títulos, aunque bien podría hacerlo: su café ha sido reconocido por su calidad y sabor, pero para él, esos logros no son premios, sino consecuencias naturales del trabajo bien hecho y de atreverse a soñar.
"Muchas veces le tenemos más miedo al éxito que al fracaso", dice. Y es esa filosofía la que sostiene cada grano cultivado en su finca. Porque el éxito Insiste está ahí, al alcance de todos, pero hay que tener el valor de luchar por lo que se sueña.
Con una curiosidad insaciable y una sed constante de aprendizaje, Don Federico ha recorrido el país, absorbiendo las lecciones que dejan las fortalezas y debilidades de otras fincas
Su pasión por el café lo impulsa a mirar siempre hacia adelante, explorando nuevas posibilidades y perfeccionando cada etapa del proceso.
Con su marca Café Carmesí, busca abrirse paso en el panorama nacional, e incluso internacional. Porque si algo ha demostrado Finca La Ilusión, es que en el Estado de México no sólo se cultiva café de altura, sino un café con la altura de calidad suficiente para tocar el cielo.
