El deterioro ambiental en el Valle de Toluca es cada vez más evidente y preocupante. Años de urbanización descontrolada, pérdida de ecosistemas y falta de políticas efectivas han llevado a una crisis ecológica que amenaza el equilibrio natural y la salud de millones de habitantes.
Entre los problemas más críticos que enfrenta esta región se encuentran la deforestación, la disminución de cuerpos de agua, el abatimiento de los mantos freáticos, la contaminación atmosférica y la expansión desmedida de la mancha urbana.
De acuerdo con la plataforma IQAir, el Índice de Calidad del Aire (ICA) indica que actualmente la ciudad de Toluca ocupa él noveno lugar en él ranking de las ciudades más contaminadas de México, registrando un promedio 73 por ciento de contaminación del aire a nivel mundial. Esto implica que los niveles de partículas contaminantes PM10 y PM2.5 se mantienen en rangos moderadamente elevados; sin embargo, estos índices llegan a dispararse a lo largo del año, alcanzando niveles que representan un riesgo alto para la salud, especialmente en grupos vulnerables como niños, personas mayores y quienes padecen enfermedades respiratorias.
Uno de los sectores que más contribuye al deterioro ambiental es el industrial, razón por la cual se ha buscado que las empresas cumplan con la normatividad vigente y adopten prácticas sostenibles que les permitan ser catalogadas como ambientalmente responsables. Sin embargo, el cumplimiento de esta reglamentación aún enfrenta desafíos importantes, ya que muchas industrias continúan operando sin controles adecuados de emisiones o con procesos que generan un alto impacto ambiental.
Desde comienzos de 2024, en la Zona Metropolitana del Valle de Toluca se ha rebasado al menos en 10 ocasiones el límite máximo de contaminación atmosférica recomendado por la OMS. Mientras que en el Estado de México el umbral para activar una contingencia ambiental se establece en 150 microgramos por metro cúbico para partículas PM10, la OMS sugiere no exceder los 50 para este tipo de contaminantes.
En el caso de las partículas PM2.5, el límite ideal recomendado es de 70 µg/m³, cifra que también ha sido superada de forma alarmante en diversos periodos del año.