Los portales del centro histórico albergaban calaveras de chocolate, de azúcar, borregos, ataúdes y esqueletos de alfeñique, puercos de pan, dulces de leche, higos en almíbar y un sin fin de ricos productos de temporada de muertos.
Eso daba vida y color al corazón de la capital mexiquense.
Hoy, estos portales en el centro histórico lucen así, sin vida, solitarios.
La poca gente que por aquí pasa, lo hace de manera tranquila, cómo si la aglomeración y la dificultad para circular en este lugar por los puestos, fueran escenas de hace décadas
Esto debido a las restricciones sanitarias por la covid-19.
Aún hoy, a mediados de octubre, apenas se han instalado unos marcos de acero, los cuales sirven para exposiciones fotográficas de la feria.
Los puestos tendrán que esperar hasta la próxima semana para poder instalarse, con la esperanza de recuperar un poco de lo invertido, pero sobre todo de regalar a la ciudad de toluca un rayo de alegría y color.