Se dice que los azares de la vida son tales, que toda eventualidad se hace posible.
Un claro ejemplo de ello es Don Baldomero Abundis y su esposa Marina Millán, dos artesanos del licor de la comunidad de San Gabriel Zapayautla, en el municipio de Tenancingo, quienes han logrado no solo mantener viva una tradición ancestral, sino también llevarla a rincones inimaginables del mundo.
La historia de Don Baldomero y su incursión en el mundo de los licores artesanales se remonta a más de una década atrás, cuando, movido por la casualidad y la abundancia de maracuyá en su patio, decidió experimentar con la elaboración de un licor a base de esta fruta.
La aceptación que tuvo este licor entre sus familiares y amigos fue tal, que lo motivó a perfeccionar su receta y a compartirla con la comunidad.
Con el paso del tiempo, la fama de los licores de Don Baldomero fue creciendo, trascendiendo las fronteras de su pueblo y llegando a oídos de personas de diferentes regiones del Estado de México e incluso de otros estados de la República.
Cada lunes, sin falta, Don Baldomero se levanta temprano y acude al mercado local en busca de las frutas más frescas y de la mejor calidad, las cuales serán la base para elaborar sus deliciosos licores. Entre los sabores que ofrece se encuentran el tradicional tejocote, la zarzamora y, por supuesto, el licor de maracuyá, su creación original y la joya de la corona de su producción.
Con una producción anual de alrededor de 500 litros, Don Baldomero ha logrado no solo mantener viva una tradición familiar que data de varias generaciones, sino también contribuir a la economía local y a la preservación del patrimonio cultural de Tenancingo
Don Baldomero es consciente de que él y su esposa son de los últimos artesanos del licor que quedan en Tenancingo. Su pasión y dedicación mantienen viva la llama de la tradición, recordándonos que la verdadera riqueza de un pueblo reside en su cultura y su historia.