En los últimos siete años, México ha registrado 2,770 enfrentamientos armados entre las Fuerzas Armadas y grupos delictivos, un promedio cercano a uno por día. Estos choques han resultado en la muerte de más de 300 efectivos, una cifra que refleja la intensidad de la lucha contra el crimen organizado.
Los datos, obtenidos a través del Sistema Nacional de Transparencia, muestran la complejidad de una estrategia de seguridad que, según analistas, no ha logrado estructurarse de manera efectiva. Las cifras incluyen a integrantes del Ejército Mexicano, la Marina y la Guardia Nacional, quienes han enfrentado constantes agresiones en su labor de combatir al narcotráfico y mantener la seguridad interna del país.
Desde 2018, las agresiones armadas contra el Ejército sumaron 1,849, con un saldo de 272 efectivos muertos. Por su parte, la Marina enfrentó 41 ataques en el mismo periodo, perdiendo a 17 elementos, algunos de ellos en accidentes derivados de operativos contra el crimen organizado, como el ocurrido tras la captura de Rafael Caro Quintero en 2022.
La Guardia Nacional, creada en 2019, también ha sido protagonista de esta lucha. Desde su formación, ha enfrentado 835 ataques, en los que 141 elementos han perdido la vida. Estas cifras evidencian el alto costo humano de una política de seguridad que ha militarizado al país y que, para muchos expertos, no aborda de raíz las causas de la violencia.
Para especialistas como Paloma Mendoza Cortés, del ITAM, esta situación no se considera un conflicto armado interno en términos legales, pero sí una nueva modalidad conocida como "gobernanza criminal". Este fenómeno describe cómo los cárteles operan como estados paralelos, ejerciendo control territorial, político y social para garantizar sus actividades ilícitas.
En el mismo periodo, al menos 2,417 policías municipales, estatales y de la Guardia Nacional han sido asesinados en México, según cifras oficiales. Además, estados como Guerrero, Sinaloa, Guanajuato y Chiapas se mantienen como los epicentros de esta violencia, enfrentando balaceras y operativos constantes.
Pese a los esfuerzos, analistas como René Gerez López, de Causa en Común, señalan que los enfrentamientos registrados no forman parte de una estrategia coherente de seguridad pública. "No hay un plan claro para controlar la violencia; solo operativos aislados que no logran un cambio significativo en las zonas afectadas", afirmó.
Mientras tanto, la violencia continúa escalando, afectando tanto a las fuerzas de seguridad como a la población civil. El desafío de México frente al crimen organizado requiere un replanteamiento profundo de las políticas de seguridad, si se busca avanzar hacia una paz duradera.
Con información de EFE.