Puente Nazas, historia e identidad

Uno de los más destacados símbolos de la unidad e identidad lagunera, el Puente Nazas, hoy también conocido como el Puente Plateado, cumplió el pasado 20 de diciembre sus primeros 92 años.

Es, sin duda, una vieja estructura, próxima al centenario de existencia, pero se mantiene digna, atravesando el lecho seco de padre Nazas, el río que da vida a esta región.

No se caracteriza por su diseño, aunque en su tiempo fue ejemplo de modernidad; no obstante, el puente Nazas es querido y apreciado por varias generaciones de laguneros, ya sea de Coahuila, ya sea de Durango.

Así lo reconoce, el cronista de Torreón y ex magistrado, Gerardo Sotomayor Garza:

"Es un ícono de la Región Lagunera, algo que dio precisamente el auge, el empuje, el progreso que tuvo Torreón, sobre todo, Gómez y Lerdo"

Testigo de buena parte de la historia de Torreón, esta longeva obra de ingeniería tiene su origen en la necesidad de unir a ciudades hermanas de dos estados diferentes, además de dar solución a la creciente necesidad de vehículos a motor que iniciaban la transformación de la zona metropolitana y evitar los problemas derivados de las avenidas del río, motivo por el cual emergió de manera lógica la iniciativa de su construcción.

Los registros históricos marcan que para 1926 surgió la idea de un nuevo puente vehicular, que se sumaría los ya existentes del ferrocarril y del tranvía, apoyada en una campaña de boteo, al grito de "coopera y habrá puente", por iniciativa de connotados personajes laguneros, como Francisco Dingler y Agustín Zarzosa.

En 1928 interviene el Autoclub de la Laguna, constituido por los primeros y contados propietarios de vehículos automotores que, con su entusiasmo y decisión, dieron un nuevo impulso a la iniciativa, de modo que la obra inicio a principios de abril de 1931 como una empresa de alto costo, pero con un gran apoyo social.

Transcurridos nueve meses del arranque de la obra, se inauguró el Puente Nazas el 20 de diciembre de 1931, obra de infraestructura cuya imagen representa desde entonces, no sólo a Torreón, sino a toda la Laguna, a su gente y su capacidad de asumir retos en unidad.

A la ceremonia inaugural asistieron el gobernador de Coahuila, Nazario Ortiz Garza y, el gobernador de Durango, Pastor Rouaix, contando con otro gran personaje de la época, quien tuvo a su cargo el discurso inaugural: Don Isauro Martínez. Así se hacía oficial el nacimiento de este ícono lagunero.