En medio de arcilla, carrizos y pedazos de adobe de lo que una vez fue su hogar vive doña Gabe, quién bajo un ánimo de desesperanza comparte que desde el año pasado su casita empezó a ceder ante las lluvias atípicas que azotaron en San Ignacio, ejido de Gómez Palacio.
Desafortunadamente la historia se repite, porque lo que quedaba en pie de su hogar, con las recientes lluvias terminó por desplomarse. Ahora ella y sus cinco nietos día tras día sufren de una de las carencias más tristes: la falta de un techo digno.
Duermen en condiciones degradantes ya que se resguardan bajo unas láminas que fueron colocadas sobre lo que quedó de su recámara y para sustituir una de las paredes colocaron un enorme pedazo de hule negro que les protege cada vez que se presenta una tromba.
"Nos resguardamos, pero con miedo porque dicen que en los árboles y en las láminas caen los rayos, por lo que me encomiendo a mi padre Dios, porque no hay de otra".
Doña Gabe menciona que se le ha ayudado con material de construcción pero " de nada sirve " ya que no tienen dinero para pagar la mano de obra y ante su difícil situación económica los pocos ingresos que entran a su familia apenas le alcanzan para comer.