Once mujeres son asesinadas a diario en México por su género. Las brechas salariales son gigantescas, las oportunidades no son las mismas, el clima de inseguridad es bestial. El 8 de marzo fue la efeméride perfecta para visibilizar al grupo poblacional más numeroso del mundo. Sus causas, sus pugnas y sus ideales fueron tatuadas en la explanada de la Plaza Mayor de Torreón.
Poco después de las seis de la tarde miles de mujeres laguneras, algunas con sus pequeños hijos e hijas, se reunieron en la sede de la Presidencia Municipal de Torreón para demostrar, por segundo año consecutivo, con son el movimiento social más importante y mediático de la región. Ni la pandemia, ni las medidas impuestas por gobierno intimidaron el espíritu de las manifestantes.
Expresiones artísticas, danzas, rap, pintas y un sinnúmero de elementos aderezaron una concentración no sólo quedará enmarcada en una fecha conmemorativa, sino que reafirma la lucha organizada que emprendieron las mujeres para terminar con el clima de hostilidad que imprime el sistema patriarcal en México y La Laguna.
La Plaza Mayor se pintó de morado. La policía observó, sigilosa, pero sin entorpecer la manifestación. Mujeres de todas las edades brincaron, bailaron, se abrazaron, ondearon sus manos y se unieron en una voz.
Así, una vez más, vale recordar las desapariciones, las violaciones, los feminicidios, los maltratos, las humillaciones y todas las expresiones de violencia que, hasta hoy, sólo las mismas mujeres han logrado visibilizar a través del hábito más democrático de todos: la libre manifestación de las ideas.