En el corazón de la Comarca, entre las avenidas Múzquiz y Matamoros, un pequeño templo resguarda la devoción hacia una figura que ha generado tanto admiración como desprecio: la Santa Muerte. Con esculturas que oscilan entre lo pequeño y lo imponente, este lugar es testigo de una fe que, para muchos, es sinónimo de misterio y oscuridad.
Eva Moreno, propietaria del recinto, destaca la singularidad de este culto que atrae a cientos de personas cada domingo. Según ella, la popularidad de la Santa Muerte radica en la libertad que ofrece a sus seguidores: "Es como una madre amorosa, nos quiere a todos por igual, no se imponen órdenes como en otras religiones", comenta Moreno.
A pesar de su creciente popularidad, la Santa Muerte arrastra consigo una serie de estigmas y mitos, algo que Eva Moreno busca desmentir con fervor: "Nada tiene que ver con el diablo, si realmente nos pusiéramos a leer la biblia, ahí claramente dice que fue creada por Dios". Según Moreno, la figura de la Santa Muerte ha sido tergiversada a lo largo del tiempo.
En el templo, se pueden observar altares decorados con ofrendas que van desde botellas de alcohol hasta frutas y cigarros, una tradición que refleja el vínculo entre los creyentes y su deidad. Moreno insiste en que la Santa Muerte no hace milagros, sino favores, dejando los milagros en manos de Dios.
Aunque para muchos la Santa Muerte sigue siendo un enigma rodeado de supersticiones, Eva Moreno invita a no juzgar sin conocer: "La Santa Muerte es un brazo con el cual algunos se envuelven para caminar a través de la complejidad de la vida", concluye la experta.
En última instancia, más allá de los prejuicios y las percepciones negativas, el culto a la Santa Muerte sigue floreciendo, ofreciendo consuelo y esperanza a quienes encuentran en esta figura un refugio en medio de la incertidumbre de la existencia.
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