La industria editorial en Coahuila atraviesa una profunda crisis. Con solo 26 librerías para una población de más de tres millones de habitantes, el estado se posiciona como uno de los con menor acceso a libros a nivel nacional. Esta escasez se acentúa en municipios fuera de las principales ciudades, donde la oferta literaria es prácticamente inexistente.
Según datos de la Secretaría de Cultura, en Coahuila existe una librería por cada 121,038 habitantes, una cifra que palidece en comparación con otros estados del país. Torreón, la ciudad más poblada, concentra el 61.5% de las librerías, dejando a municipios como Sabinas y Frontera con apenas una opción para adquirir un libro físico.
Ante este panorama desolador, emprendedores como Fernando de la Vara, fundador de La Tinta Cafebrería, buscan alternativas para fomentar la lectura. "Lo importante es estar haciendo como actividades que haya algo alternativo a lo que las instituciones están ofreciendo", señala De la Vara. Su proyecto combina la venta de libros con la de café y la organización de eventos culturales, generando un espacio de encuentro para los amantes de la literatura.
"La intención de La Tinta Cafebrería es mezclar la venta de libros con la venta de café, y la puesta en grande es estar haciendo eventos que tengan que ver con el libro, con charlas, con temas afines al espacio", explica De la Vara.
Sin embargo, a pesar de estas iniciativas, la crisis de la industria editorial persiste. La competencia de los libros electrónicos, el aumento en los costos de producción y la falta de políticas públicas que promuevan la lectura son algunos de los factores que han contribuido al cierre de numerosas librerías.
"Hay quienes preferimos el libro en físico, por ejemplo, a mí me gusta todavía leer en físico, siento que avanza más, mi comprensión lectora es mejor que si lo leyera en electrónico", afirma Patricia González, integrante de Mujeres lectoras Laguna.
La situación en Coahuila refleja un problema más amplio que afecta a todo el país: la creciente dificultad para acceder a libros físicos. Si bien el mundo digital ofrece nuevas formas de consumir contenidos, la experiencia de leer un libro impreso sigue siendo valorada por muchos. Es urgente que las autoridades y la sociedad civil trabajen en conjunto para revertir esta tendencia y garantizar que todos los ciudadanos tengan acceso a la cultura y al conocimiento.