En el sector poniente de Torreón, entre montones de basura y escombros, se encuentra la colonia José R. Mijares y el Ejido Carlos Real. Un lugar donde decenas de familias han construido sus hogares, pero que, lamentablemente, carece de reconocimiento territorial. Estos residentes, que luchan por un pedazo de tierra en este mundo, enfrentan una batalla diaria por la legitimidad de sus propiedades.
José Delgado, habitante del Ejido Carlos Real, lleva más de tres décadas intentando adquirir el predio que llama hogar. Sin embargo, la incertidumbre lo abraza cada noche, ya que ni Coahuila ni Durango reconocen su residencia flotante. "Ya cuando había marcado las piedritas de este terreno, me dijeron que aquí es del ejido Carlos Real, Durango," lamenta Delgado.
La colonia José R. Mijares, que se encuentra en el cerro, se enfrenta a un dilema único. Aunque poseen cartas notariales que reconocen la ubicación en Coahuila, también han pagado por cartas de posesión que los sitúan en el ejido Carlos Real de Lerdo, Durango. Esta situación legalmente ambigua deja a los habitantes sin un patrimonio seguro.
José Delgado comparte su experiencia: "Me dijeron que por 500 pesos me daban la carta de posesión y vinieron otra vez y volvieron a ver, y me dijeron, con su carta adelante, que nadie, nadie lo va a molestar."
Teresa Díaz, otra residente de la zona, destaca la lucha constante por el reconocimiento territorial: "Estamos en pelea de eso, de reconocimiento sobre los terrenos, de los papeles de cartas de posesión o de escrituras porque todo esto pertenece a Carlos Real, pero tampoco nos han dado respuesta."
La situación se complica aún más, ya que el sector carece de servicios básicos. La ausencia de transporte público, recolección de basura y la falta de infraestructura adecuada son evidentes. Incluso en 2021, apenas comenzaron a recibir agua potable.
Teresa Díaz señala: "Para ir a trasladarse hasta Lerdo, implica gasto, llevar al niño y ya no le dio seguimiento. Las patrullas de aquí no se meten por lo mismo, no es que aquí es Torreón, no es que acá es Lerdo, no nos corresponde."
Además de los problemas de reconocimiento, los habitantes de esta zona marginada también enfrentan violaciones a los derechos humanos. La falta de presencia policial y la exposición a robos son problemas cotidianos. Teresa Díaz denuncia: "Hace unos días venía mi hermana de la prepa, la detuvieron y la esculcaron, siendo que trae su mochila, viene de la escuela y pues la detuvieron para ver si no traía droga."
En un lugar donde las letrinas sustituyen a los baños convencionales, y los servicios esenciales son prácticamente inexistentes, los olvidados de La Laguna continúan luchando por el reconocimiento y la atención de las autoridades. Este sector, situado en la parte más antigua de la región, resalta la triste realidad de aquellos que, como siempre, se encuentran hasta atrás de la fila en la búsqueda de una vida digna.