Migración separa familias, termina con infancias y no da esperanzas

El común denominador de la crisis migrantes vivida en Acuña era el impacto en las familias de quienes llegaban a hacinarse bajo el Puente Internacional que conecta México a Estados Unidos por Ciudad Acuña.

Conforme la llamada Pequeña Haití de casi 15 mil personas se fue reduciendo hasta los poco más de 300 haitianos, se fue revelando que la mayoría de los que quedaban eran familias quienes tenían más miedo de cruzar por el riesgo de ser detenidos en Estados Unidos y ser separados, como relata Wilson, quien huyó de Haití hace siete años y tras vivir en Chile por un tiempo, tomó a su esposa e hija de ocho meses para migrar hacia el norte.

"No, no hay esperanzas. Mi señora es la que no quiere cruzar, yo en lo personal si me quiero cruzar, pero mi señora me dice que no, que si nos manda pa allá nos va a ir peor."

Para miles de centroamericanos que regularmente intentan cruzar la frontera, separarse de la familia es un sacrificio necesario para tener más oportunidades de tener éxito y evitar los peligros de ser capturados por las autoridades o el crimen organizado, como contó Kelvin, hondureño quien a sus 25 años, tuvo que dejar a su esposa y dos hijas, con quienes se comunica por redes sociales cuando tiene la oportunidad de conectar su celular y conectarse a una red de WiFi gratis.

"No pues gracias a Dios ellas están bien por los momentos y pues gracias a Dios yo les digo que yo también estoy bien, que estoy esperando un poco la calor para ya seguir nuestro camino. Las extraño bastante, la verdad si mucho."

Lo que más preocupa es la creciente llegada de niños migrantes no acompañados que en su intento por cruzar la frontera son a veces abandonados por los traficantes de personas, como sucedió el 15 de septiembre cuando dos menores de origen hondureños fueron dejados a su suerte a orillas del Río Bravo. Hasta la fecha, el Instituto Nacional de Migración ha asegurado a más de 350 niños migrantes, de los cuales más de la mitad viajaban solos.