El agua, un recurso vital que debería ser fuente de unión y progreso, se convierte en un elemento de discordia en la Comarca Lagunera. La sobreexplotación para la agroindustria, la visión mercantilista de Conagua y la falta de acceso para la población, amenazan con convertir esta región en una distopía por la falta de agua.
Las distopías ya no son solo ficción. El 22 de marzo, Día Mundial del Agua, nos recuerda que, en La Laguna, la realidad supera la ficción. La falta de este vital líquido se agudiza y pone en riesgo el futuro de la región.
"El mayor volumen de agua se destina a la producción agrícola", afirma Gerardo Jiménez, integrante de Encuentro Ciudadano Lagunero. "En 2022, la producción agrícola valía 8 mil millones de pesos, mientras que la de leche bronca 22 mil millones. Ese es el costo de sostener un patrón de producción insostenible", añade.
La política extractiva neoliberal, implementada desde finales de los años ochenta, ha priorizado la explotación del agua como mercancía. "Se ha favorecido un crecimiento económico importante a la región, pero ha demeritado el abasto para la población", señala Jiménez.
Más del 80% del agua dulce en La Laguna está en manos de unas cuantas familias. Más de un millón de personas no tienen acceso permanente a agua potable.
Las presas Lázaro Cárdenas y Francisco Zarco, que almacenan el agua superficial de la región, se encuentran en niveles preocupantes. Palmito está al 43.99% y Las Tórtolas al 31.05%.
Rafael Zuno, también integrante de Encuentro Ciudadano Lagunero, advierte: "Agua para la paz, tenemos problemas porque compartimos una frontera con más de 26 acuíferos". La visión cortoplacista y la falta de soluciones integrales podrían convertir la Comarca Lagunera en una distopía por el desecamiento.
¿Es posible evitar este futuro distópico? La respuesta está en un cambio radical de paradigma. Se necesita un enfoque que priorice el derecho humano al agua, la sustentabilidad y la justicia social. De lo contrario, la Laguna se convertirá en un triste ejemplo de cómo la codicia y la miopía pueden destruir un oasis.
La Laguna tiene una oportunidad única para reescribir su futuro. Es hora de actuar y convertir la distopía en una utopía donde el agua sea un bien común para todos.