De 2009 a 2012, La Laguna fue uno de los campos de batalla entre los grupos del crimen organizado y las autoridades, por lo que cubrir ejecuciones y balaceras se volvió una tarea diaria para reporteros como Alberto Triana, quien trabajaba para la agencia Infonor.
Conforme los enfrentamientos se fueron multiplicando, los reporteros que cubrían los hechos, también se volvieron blanco de amenazas.
"A mi me hablaron de la agencia y me dijeron o te sales de la casa o la verdad es que no tenemos nosotros las condiciones para darte seguridad, para que sigas trabajando o para mandarte a otra parte del país por tu integridad, la única condición que me dieron fue salte de la casa porque te van a matar."
Con apenas dos años de haber empezado a trabajar como reportero, no conocía las recomendaciones o dinámicas laborales para cubrir la nota diria como si se estuviera en medio de una guerra.
"Yo no tuve ningún curso de capacitación sobre qué hacer, sobre cómo avisar dónde iba a estar. No había la ventaja de ahorita de 'Deric, estoy aquí en este lado' o 'pásame la ubicación' o 'llego en 15 minutos a la casa' antes no existía esa tecnología."
La delincuencia organizada no era la única amenaza, con frecuencia las mismas autoridades advertían a los compañeros sobre las consecuencias de cubrir ciertos hechos, por lo que el aprendizaje de aquellos años para Alberto fue priorizar siempre su integridad por encima de una nota.