Desde hace 20 años el ejido Ana al norte de Torreón comenzó transitar de una comunidad agrícola a formar parte de la mancha urbana; sin embargo, como la gran mayoría de los ejidos no tienen acceso a la misma calidad de vida de los fraccionamientos que los rodean.
Al paso de los años poco a poco se han pavimentado, se han colocado luminarias, pero no se han atendido necesidades básicas y elementales.
"Agua, no hay agüita, no hay agüita, eso es lo primero que nos gustaría el agua, porque no tenemos."
Sin oportunidades de empleo, los jóvenes de los ejidos migran a los Estados Unidos, en algunos casos se mudan hacías otros fraccionamientos mejor urbanizados, pero quienes se quedan caen en las garras de las adicciones.
"Aquí lo que hemos padecido en este ejido es el robo a casa habitación, todas las cosas que hay aquí. La juventud, ¿para qué? Para el vicio. Porque creen que las cosas se hacen de la noche a la mañana, se sacrifica mucha gente para hacer unas cosas para que ellos lleguen y agarren unas cosas."
Los ejidos de Torreón envejecen y sus habitantes sobreviven sólo con sus pensiones y programas sociales, esperando que algún día se cumplan las promesas que año tras año les hacen las autoridades.