Alzheimer, hipertensión, obesidad, diabetes y ahora coronavirus, son los problemas de salud que se enfrentan en casa de Ma. Concepción Morua, todo esto intensificado por una crisis económica que apenas les permite comer una o dos veces al día, y es que cuando hay necesidad y hambre, pero también complicaciones de salud, un canasto para pan o tortillas se convierte en un botiquín, que aunque no almacena alimento, igual es un producto que tiene que consumirse diariamente.
Al fondo en el patio, un asador es el instrumento para cocinar a falta de gas, en una cocina a media luz, unas tortillas doradas es todo lo que hay para comer, en el patio un bote de agua almacenada refleja la falta de espacios dignos de vivienda y la escases de los servicios básicos, en uno de los cuartos el esposo de la Sra. Concha observa y trata de asimilar lo que ve, y es que el Alzheimer ha deteriorando su memoria, al frente de la casa un pequeño local cerrado, esconde un poco de mercancía que no se ha podido de vender en más de un mes y medio a causa del cierre de negocios por el aislamiento, a un lado una carnicería que sigue trabajando como parte del comercio esencial y representa el único ingreso para la familia de mil pesos mensuales por concepto de renta. Así es la situación actual de la Sra. Concha, rodeada de afectaciones de salud y económicas, sin embargo, su fe la mantiene firme pese a las lágrimas pues confía en que con el apoyo indicado, podrá atenderse sus úlceras varicosas para recuperar su movilidad y regresar a trabajar para poder continuar sobreviviendo en esta difícil vida que no eligió pero le tocó vivir.