Exigen respetar el camino que atraviesa la comisaría de Bacurimí

El pasado viernes habitantes de Bacurimi fueron sorprendidos con la presencia de maquinaria y trabajadores que impedían el cruce por la calle sexta que conecta con la carretera a Culiacancito, aparentemente se trataba de trabajos de mantenimiento en el cruce del ferrocarril, sin embargo ni el comisario ni el síndico municipal habían sido informados de los trabajos que se estarían realizando.

Molestos los vecinos del sector acudieron al crucero a investigar lo que estaba pasando, ahí se percataron de que se habían hecho dos zanjas a cada lado de las vías, lo que impedía el cruce, no sólo de vehículos sino también de los peatones.

Tras cuestionar a los trabajadores, averiguaron que la intención era construir dos muros de concreto, uno a cada lado de las vías del tren, para cerrar por completo la circulación en ese tramo.

Inconformes con la situación, los vecinos, apoyados por el síndico municipal de Culiacancito Cristian Pérez Román, salieron a manifestarse y a impedir que se continuara con la obra, que hasta el momento desconocen a cargo de que dependencia está.

Acusan que hubo un acuerdo en lo "oscurito" entre Gobierno del Estado y Ferromex para que se diera el cierre de esta vialidad y conseguir los permisos para la construcción del recién inaugurado entronque del boulevard Miguel Tamayo Espinoza de los Monteros y la Avenida Lola Beltrán. 

Señalan que el cierre de esta vía de comunicación dificultará la recolección de basura ya que es el camino que sigue el camión recolector, además perjudicará a los niños que cruzan ese tramo para llegar a las escuelas, y golpeará fuertemente a la economía del lugar, pues esa vialidad conecta al corredor gastronómico.

Al no recibir respuestas claras de parte de ninguna de las autoridades, los habitantes tanto de Bacurimí como de Villas del Río se organizaron para reabrir la circulación de esa calle, que dicen, tiene más de 100 años funcionando como tal.

Quitaron escombros, cortaron las varillas que sobresalían a la calle, y con pala en mano rellenaron las zanjas para permitir que nuevamente las decenas de vehículos, motococicletas y peatones que utilizan diariamente esa vialidad, puedan hacerlo con total normalidad, pues dicen no estar dispuestos a renunciar a un camino que conocen de toda la vida y que les causaría grandes afectaciones en caso de cerrarse.