A más de dos meses de haber iniciado la pandemia por COVID-19, son 10 mujeres y 14 menores de edad, quienes se encuentran bajo el resguardo de la Secretaría de Igualdad Sustantiva y Desarrollo de las Mujeres (Seimujer), por estar viviendo violencia de género y no contar con redes de apoyo.
Diariamente se han atendido un promedio de 6 a 7 mujeres que buscan atención, contención y orientación por la línea de emergencia que activó la dependencia para brindar apoyo directo a miles de mujeres que viven en hogares inseguros.
Estas cifras no son solo un número, representan una vida que tiene una historia de violencia, por lo que es lamentable que las autoridades federales digan que ha disminuido la violencia en contra de las mujeres y niñas durante la pandemia por COVID-19 y, además, estén pensando en reducir el presupuesto para los programas de atención y prevención de la violencia bajo el pretexto de la crisis sanitaria, dijo tajante la titular de la Seimujer, Nuria Gabriela Hernández Abarca.
"El aumento o baja de las cifras en las denuncias o llamadas al 911 no es lo que debería de importarnos, las mujeres no son números nada más. Detrás de ese debate entre que suben y bajan cifras hay la insensibilidad y ganas de invisibilizar un tema real y doloroso", enfatizó.
Reconoció que el caso de las denuncias y llamadas, "debemos recordar que las mujeres están viviendo con su victimario, que es más difícil que logren denunciar, ya sea por miedo o por otras condiciones emocionales, pero lo más grave que hemos identificado es que el agresor está generando mecanismos para impedir que la mujer pueda denunciar".
"Las mujeres actualmente están conviviendo buena parte del día con sus victimarios, lo que impide que puedan en muchos casos buscar ayuda. Por eso, he insistido en la importancia de generar redes de apoyo alrededor de las mujeres que viven con antecedentes de violencia doméstica", puntualizó.
Urge que se reconozca el problema, porque negarlo es rechazar una realidad que todos los días se sigue presentando en el país, dijo, "el hogar se ha convertido en el lugar más peligroso para muchas mujeres, aunque algunas autoridades se nieguen a reconocerlo".