La discriminación hacia las personas adultas mayores existe y se refleja en su día a día. Un ejemplo de ello; el rechazo en el transporte público, un servicio tan necesario para su movilidad, pero que muchas veces no pueden obtener debido a que los conductores no les permiten subir, porque al hacerlo saben que tienen el derecho de pagar la mitad del precio original.
Lo anterior obliga a las personas de la tercera edad a esperar durante minutos, incluso horas, a quien decida subirlos, de lo contrario, suelen pagar el pasaje completo o conseguir otra forma de movilidad.
Ellos mismos, aseguran que frecuentemente son percibidas como una carga social y económica, incapaces de valerse por sí mismas, en donde desafortunadamente estos prejuicios los vuelven vulnerables a la exclusión, abandono y maltrato.
Pidieron a conductores del transporte público y a sus jefes a ser más empáticos con ellos, pues muchas veces al no contar con recursos económicos, utilizar el transporte público en modalidad de colectivo, es su única opción.
"No respetan a uno, nos tratan mal, se portan mal, que porque paga uno de la tercera edad, cómo se molestan".
"A veces uno ni se ha subido y ya se están jalando, es malo el servicio".
"La 86 no se quiso parar a levantarnos porque nos ven como gente la tercera edad y se paga menos? nos cuesta mucho agarrar el transporte".