Zinacantán es una etnia tzotzil que celebra el día de muertos desde el 31 de Octubre, a las almas pequeñas y el primero y dos de Noviembre a los adultos.
Los mayordomos rezan tumba por tumba en latín para despertarlos del Inframundo, y les invitan a que disfruten con sus familias, el dos de Noviembre les vuelven a rezar para regresarlos y meterlos a sus féretros.
Son 18 parajes los que convergen en este panteón cuyas tumbas están enclavadas en medio del cerro más alto de este municipio.
Hasta cuatro mil pesos se gastan en flores, frutas, pox la bebida tradicional y todos los preparativos. A pesar de que es un municipio pobre esta tradición se celebra en grande.
Las familias llegan a las cinco de la mañana y aquí comen con sus difuntos y se retiran a las dos de la tarde. La comida que les traen es cocido de res y no puede faltar el refresco embotellado.
No puede verse una sola tumba sin flores ya que existe un temor de que las familias que abandonen a sus muertos son castigadas con enfermedades. Así que todo el camposanto se llena de colorido.
Colocan dos tipos de velas las de cera que son ofrendas para Dios y las de cebo que son para iluminar el camino de los muertos.
Aquí en Zinacantán no salen los niños hoy por la noche a pedir la calabacita tía como en otros municipios, se quedan en casa con sus familias a celebrar esta tradición maya milenaria.