En este oficio no existe margen de error, porque el mínimo descuido puede ser mortal.
Trabajar la pirotecnia en todas sus presentaciones siempre es un reto, porque implica poner en riesgo el propio cuerpo por lo volátil y peligroso de un producto inflamable, narra Lucio Cundapi, maestro cohetero en Chiapas, quien desde hace más de una década se dedica a esta actividad, y de la cual asegura es todo un arte, ya que conocer y vivir de la pólvora es una forma de vida que va más allá de elaborar y quemar proyectiles.
Explica que el oficio es poco grato, pero este persiste por las costumbres y tradiciones, ya que cada vez que lo requieren le llaman para celebrar fiestas patronales o festejar a un santo.
Sin embargo, Lucio señala que quemar y lanzar cohetes es una actividad que no goza de complejidad, pero sí de coraje y determinación, ya que cualquier error puede llegar a generar un accidente.
Pese a que no toda la sociedad está de acuerdo con esta actividad por lo que implican las detonaciones, el joven oriundo de Copoya dice sentirse orgulloso de su trabajo, así como de la admiración y gusto de la gente que presencia la quema de sus cohetes para conmemorar sus tradiciones.