En el Ejido Rubén Jaramillo, del municipio de Jitotol, ubicado a 126 kilómetros de Tuxtla Gutiérrez, sus 900 habitantes no cuentan con servicios de salud, debido a la falta de una unidad de salud, y es que los pobladores aseguran que, hace aproximadamente 16 años, removieron la casa de salud ejidal, con la promesa de la edificación de una nueva, pero el proyecto ya no siguió.
"Realmente la casa de salud no existe, había una aquí, sin embargo, no funcionó porque realmente es la comunidad que donó esa casita era de tabla más que nada, y ahorita tenemos prestado también, es de la comunidad, pero no es un centro de salud, es una casa de lámina".
Actualmente un enfermero acude los lunes a una casa de lámina, que funciona como consultorio, sin embargo, no hay medicinas, y cuando requieren la aplicación de vacunas, tienen que esperar a que se reúnan 10 niños, en algunos casos la vacuna BCG, que es para recién nacidos, se aplica cuando el infante tiene nueve meses.
"Como está la pandemia sólo viene un día a la semana, y realmente se dan cuenta ustedes que realmente no existe la casa de salud, necesitamos de ese servicio porque estamos muy lejos del municipio".
En los casos de enfermedades, tienen que caminar hasta dos horas, porque en esta comunidad ubicada a una hora de Jitotol, el camino es de terracería y no hay acceso de transporte.
Este ejido no ha reportado casos de COVID-19, por su lejanía y porque solo ingresan sus habitantes. En la entrada tienen un puesto de vigilancia, y a través de la radio de corto alcance se comunican para pedir autorización de cada ingreso a las autoridades ejidales. Los servicios básicos son fundamentales, pero aquí es complicado que cada casa cuente con energía o agua potable y señal telefónica aún no llega. Es decir, en caso de una emergencia de salud, donde un paciente se debate entre la vida y la muerte, la atención inmediata es imposible.