Diego Hernández, es un joven de 18 años que trabaja desde hace un año en el Mercado de los Ancianos, él junto a un par de decenas de menores más han dejado las aulas de clases y se han incorporado al ámbito laboral.
"Por ejemplo ahí mi amigo, pues igual ya no quiso seguir estudiando por lo mismo que ha tenido muchos gastos, como todos los demás, pero estamos viendo la oportunidad de acomodarnos y salir adelante".
Su jornada dura más de 8 horas, él comienza a trabajar a partir de las 7 de la mañana y concluye a las 4 de la tarde, ayudan a la población a cargar sus cosas después de realizar sus compras en el mercado y las llevan hasta sus vehículos.
"Aquí depende de nosotros si le echamos ganas, nos llevamos un billetito extra, jodido jodido 200, 250, en días buenos nos llevamos 300, 350, 400 máximo".
Aunque éste no es un empleo formal y las ganancias son mínimas, es una manera de ayudar a los gastos familiares, incluso muchos de estos menores tienen papás locatarios en el mercado de los ancianos y juntos ayudan a solventar gastos mínimos, sin embargo, por ahora, la escuela, no es opción.