Con la llegada de la Navidad y el Año Nuevo, los bolsillos de los mexicanos enfrentan una temporada de gastos que, en el contexto de una economía global incierta, pone en alerta a muchas familias.
La combinación de la inflación persistente y la incertidumbre económica mundial ha alterado los hábitos de consumo en México, obligando a los consumidores a ajustar sus estrategias de compra.
Según datos de NielsenIQ México, la mitad de los mexicanos prioriza la compra de productos básicos para enfrentar los desafíos financieros actuales. Este cambio en el comportamiento refleja una creciente preocupación por optimizar el dinero en medio de un entorno económico que sigue siendo incierto.
Una de las estrategias más comunes es recurrir a canales de compra no convencionales. El 60% de los compradores mexicanos explora alternativas como los hard discounters, las tiendas especializadas y las plataformas de comercio electrónico. Además, un 66% de los consumidores ha optado por cambiar de tienda en busca de precios más accesibles, lo que muestra una adaptación a la situación económica.
Las familias de menores ingresos son las que más han ajustado sus hábitos de compra, recortando gastos en actividades no esenciales y priorizando lo más básico. En cambio, los consumidores de altos ingresos, aunque también han modificado su comportamiento, siguen destinando una parte de su presupuesto a darse gustos ocasionales, especialmente en momentos clave como las festividades.
La digitalización también ha dejado su huella en los hábitos de compra. A pesar de que un 8% de los mexicanos realiza la mayoría de sus compras en línea y un porcentaje similar usa redes sociales como canal de adquisición, estos números siguen siendo bajos. No obstante, reflejan una transformación que va ganando terreno, aunque de manera gradual.
El panorama económico para México sigue siendo complejo. Las decisiones de compra ya no solo responden a deseos o preferencias, sino que están marcadas por una reflexión más profunda sobre cómo cada peso gastado impacta en el hogar. En este contexto, la economía mexicana enfrenta el reto de equilibrar la satisfacción de las necesidades básicas con las nuevas realidades económicas.
Este ajuste en los hábitos de consumo también se refleja en la pérdida de confianza de los consumidores. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) y el Banco de México (Banxico), cuatro de los cinco indicadores clave de la confianza del consumidor han mostrado caídas. Las expectativas sobre la situación económica futura de los hogares han registrado una de las mayores bajas, lo que refleja el pesimismo sobre el poder adquisitivo a corto plazo.
La preocupación también se extiende a la compra de bienes durables, como electrodomésticos o muebles, que ha sufrido una disminución. Esto refleja un enfoque más conservador por parte de las familias, que prefieren asegurar sus necesidades básicas antes que realizar gastos discrecionales. Sin embargo, algunos indicadores, como la compra de autos o vivienda, muestran ligeras mejorías, lo que podría indicar un rayo de esperanza en ciertos sectores de la población.
A pesar de estos indicios aislados de optimismo, la confianza en la economía sigue siendo limitada. La incertidumbre global y las condiciones económicas internas siguen siendo factores determinantes en las decisiones de consumo de los mexicanos, quienes, al llegar a fin de año, buscan equilibrar sus necesidades y el deseo de disfrutar de las festividades.