El descenso en el número de contagios de COVID-19 ha provocado que múltiples estados de la República ya no consideren obligatorio el uso de cubrebocas. Este cambio podría llevar a las personas a sufrir el síndrome de la cara vacía.
El regreso a la nueva normalidad después de la pandemia de COVID-19 trae consigo dejar de utilizar el cubrebocas, incluso en espacios cerrados como aviones; sin embargo, esta nueva medida puede generar estrés y ansiedad en ciertas personas, síntomas de lo que el psicólogo español José Antonio Galiani acuñó bajo el término: síndrome de la cara vacía.
Y es que, según expertos en psicología, no llevar puesto un cubrebocas puede causar en las personas un sentimiento de inseguridad por el miedo a poder contagiarse de COVID-19, y sentirse expuestos ante los demás al no traer la cara cubierta con una mascarilla, lo cual podría llevar a sentirse rechazados o no aceptados.
Si bien este síndrome no presenta un tipo de sintomatología concreta, ni supone diagnóstico nosológico alguno, es decir, no está clasificada como una enfermedad, aunque, sí tiene un impacto en las habilidades sociales y en la gestión de las emociones.
Otro factor que influye en padecer el síndrome de la cara vacía es la apariencia física, y es que la inseguridad de descubrirse el rostro y revelar la apariencia puede causar ansiedad debido al miedo de dar una impresión negativa en los demás, al tener un aspecto diferente al esperado.
Esto es conocido, según medios internacionales, como mask fishing, que se puede traducir como "el hecho de que una persona parezca más atractiva por llevar una máscara facial", según el Urban Dictionary.