La ejecución del sacerdote católico Marcelo Pérez Pérez, en San Cristóbal de Las Casas, elevó a 10 la lista de clérigos asesinados en México desde 2018.
El último caso reportado fue el pasado 18 de agosto, cuando se confirmó la muerte de Isaías Ramírez, quien había desempeñado su actividad pastoral en Tuxtla Gutiérrez, y cuyo cuerpo fue encontrado en la base del puente San Fernando, en Jalisco, luego de haber sido reportado como desaparecido tres días antes.
En 2023 Monseñor Faustino Armendáriz Jiménez, arzobispo de Durango, fue acuchillado al término de la misa, y pese a la gravedad de las lesiones logró sobrevivir.
Sin embargo, un día después, Javier García Villalfaña, de Capacho, Michoacán, fue asesinado cuando circulaba en un automóvil.
Mientras que en junio de 2022 se reportó la muerte de los sacerdotes jesuítas Javier Campos y Joaquín Mora, en Chihuahua.
Además, en julio de ese año, un informe del Centro Católico Multimedia señaló que entre 2018 y 2022 seis ministros de culto católico habían sufrido una muerte violenta.
Como el caso del sacerdote José Guadalupe Rivas, cuyo cuerpo fue encontrado en un rancho cercano a la Hacienda Santa Verónica en Tecate, Baja California.
Ahora, con la ejecución del párroco tsotsil, en la parroquia del barrio Cuxtitali, se reactiva la funesta lista, por la que los obispos mexicanos piden que se muestren los rostros de la violencia en México, reconociendo que hoy son cientos de miles las víctimas de homicidios; que los activistas sociales están en riesgo.