Cada 25 de abril se alza una voz que no puede seguir ignorándose: la del niño o niña que sufre en silencio. El Día Internacional contra el Maltrato Infantil no es solo una fecha en el calendario, es una alerta mundial sobre una de las formas más graves de violencia que puede marcar de por vida a quienes la padecen. Es también una invitación a mirar con responsabilidad lo que muchas veces ocurre puertas adentro, lejos del ojo público.
El maltrato infantil adopta muchas formas: golpes, humillaciones, negligencia, abuso psicológico o sexual. Pero el común denominador es el daño profundo que deja en la infancia, etapa crucial para el desarrollo emocional y social. Más allá de las cifras frías, detrás de cada caso hay una historia de miedo, de silencio forzado, y muchas veces, de indiferencia colectiva.
En nuestro país, los reportes de violencia hacia menores van en aumento. A pesar de que existen leyes y mecanismos para protegerlos, no siempre son suficientes ni accesibles. Muchos casos no se denuncian por miedo, por desinformación o por desconfianza en las instituciones. Por eso, este día también exige acción: que madres, padres, docentes, vecinos y autoridades estén atentos, que no minimicen señales, y que se conviertan en redes de apoyo reales para la niñez.
Conmemorar este día es asumir una responsabilidad: proteger a quienes no siempre pueden defenderse. Hablar, visibilizar y actuar son pasos urgentes para construir una sociedad donde ningún niño tema crecer. Porque cada infancia cuidada es una esperanza viva para el futuro.