México es el primer consumidor de refrescos en el mundo, con un promedio de 163 litros por persona al año, cantidad con la que supera en 40 por ciento al segundo consumidor que es Estados Unidos, con 118 litros, según datos de la Universidad de Yale.
Recientemente el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, aseveró que es necesario dejar el consumo de refrescos a los que calificó como "veneno embotellado" así como otros productos industrializados, particularmente las personas que tienen COVID-19.
Tras las declaraciones del funcionario, la Asociación Nacional de Productores de Refrescos y Aguas Carbonatadas a través de un comunicado, consideró insólito que un funcionario "estigmatice a una industria que cumple a cabalidad todas las normas y regulaciones"
La ingesta excesiva de refrescos o bebidas azucaradas se asocia con padecimientos como obesidad, diabetes, derrames cerebrales, cáncer, enfermedades arteriales coronarias y óseas, problemas dentales y de conducta, trastornos psicológicos, entre otras.
La nutrióloga, Joselyn Tejeda comentó "presentan muchas sustancias que pueden afectar el organismo hablando básicamente el exceso de azúcar, cada bebida embotellada contiene de 15 a 20 cucharas de azúcar"
En promedio, una familia mexicana destina diez por ciento de sus ingresos totales a la compra de refrescos y en comunidades rurales, siete de cada diez niños desayunan con esta bebida.
De acuerdo a autoridades cuando la pandemia llegó a México, el país ya venía arrastrando una larga epidemia de obesidad y diabetes, padecimientos que han contribuido a que el coronavirus llegue a ser mortal en algunas personas.