El Fondo de Desastres Naturales (FONDEN), durante décadas tuvo como objetivo proporcionar recursos financieros para la atención de emergencias y la reconstrucción de infraestructuras dañadas por fenómenos naturales como huracanes, terremotos, inundaciones, entre otros.
Sin embargo, en 2020, tras una serie de reformas para la eliminación de fideicomisos públicos, el FONDEN fue extinguido con el argumento de falta de transparencia y eficiencia en su funcionamiento, además de falta de transparencia.
Tras su desaparición, el gobierno mexicano anunció que la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) y la Coordinación Nacional de Protección Civil (CNPC) serían las encargadas de gestionar los recursos necesarios para la respuesta a desastres.
En lugar del fideicomiso, los recursos provendrían directamente del presupuesto federal, a través del Fondo General de Protección Civil, que tiene como objetivo movilizar rápidamente apoyos ante emergencias llegando a manejarse como "recursos infinitos" para el pueblo mexicano antes los desastres.
Desde la desaparición del FONDEN en 2020, México ha enfrentado varias catástrofes significativas. La crítica principal ha sido que, en algunos casos, las respuestas han sido más lentas y menos organizadas de lo esperado, como en el caso del Huracán Otis en Acapulco.
Es importante estar al pendiente de cómo evoluciona este nuevo modelo de gestión ante cualquier adversidad, porque llamase como se llame la atención adecuada y oportuna a emergencias deber ser vital para la protección de millones de mexicanos en situaciones de alto riesgo.