Hoy en día, el tener una mascota se ha vuelto una tendencia mundial. Sin embargo, en ocasiones quienes los adoptan los ven más que un miembro de la familia y llegan a tratar de humanizar al animal, situación que trae consecuencias graves.
Humanizar a las mascotas consiste en verlas como a una persona, y es que algunos dueños de éstas tratan de identificar a sus perros o gatos con gestos, actitudes, preferencias que solo son acordes con la conducta de los humanos, tratando de cambiar por completo sus preferencias y sus instintos animales.
Especialistas señalan que cuando esta condición es crónica o está acompañada de algunos trastornos emocionales por parte del tutor de la mascota, las probabilidades de que se humanice al perro o gato, son mayores, especialmente porque se trata de satisfacer a todas las demandas del animal con cariño.
Al aplicar conductas humanas a una mascota, ésta se vuelve irritable, agresiva, con episodios destructivos, incapacitada para socializar adecuadamente con otros animales, ansiosa y, en el peor de los casos, hasta con problemas de sobrepeso.
Al adjudicarle a tu perro o a tu gato supuestas necesidades que son inherentes a las personas y no a las mascotas, se malinterpreta su esencia y se le resta importancia a cosas que realmente son importantes para ellos dentro de su naturaleza animal: por ejemplo, la nutrición, el ejercicio y sus hábitos diarios.
Los trastornos psicológicos están entre las posibles alteraciones que puede sufrir una persona que trata a sus mascotas como sus hijos.
Incluso, activistas protectores de animales ven estas acciones de humanización de mascotas otro modelo más de maltrato, lo cual no es correcto.
¿HUMANIZASTE A TU MASCOTA?
Hay tres aspectos en los que puedes identificar si has estado, o no, humanizando a tu mascota: la alimentación, sus hábitos regulares y la forma en la que te relacionas con él.