La ira es una más de las muchas emociones que experimenta una persona a lo largo de su vida, al igual que la felicidad o la tristeza, el no tener control de estas puede orillar a quien la experimenta a escenarios impensados.
Los ataques de ira son registrados con mayor frecuencia al día de hoy en la práctica de algún deporte, en el trabajo, en la escuela o el tráfico.
Cabe destacar que por sí solas, las emociones no son buenas ni malas, dependerá de la persona que la experimenta, el cómo vive y qué hace con esa emoción.
La ira y hostilidad elevan en 19% el riesgo de sufrir una cardiopatía
Fuente: Duke University Medical Center
Conocer nuestro cuerpo y aprender a manejar nuestras emociones son un papel fundamental para evitar situaciones que puedan provocar un daño o perjuicio a terceros.
Las emociones negativas aumentan el riesgo de contraer enfermedades físicas y mentales.
Fuente: pesquisa.bvsalud.org
Cuando una persona detecta problemas para controlar su ira, lo ideal es acudir con un profesional de la salud mental, además de buscar alguna actividad que a su vez ayude a canalizar ciertas emociones.
Responsabilizarnos de nuestras emociones nos puede ayudar a mejorar nuestra salud mental, mejorar nuestra convivencia con los demás y tener control sobre las cosas que vivimos y sentimos.