El aumento de los animales de compañía en los hogares es proporcional a la disminución del número de hijos. Cada vez son más las parejas o las personas solteras que deciden no tener descendencia y los están reemplazando por mascotas.
De acuerdo a expertos, esta tendencia es mucho más marcada en los estratos medios de la población y en personas menores de 35 años de edad, sin embargo en muchos casos se intentan humanizar, lo cual se considera grave cuando se sobrepasan los límites.
En general hay una creciente tendencia en los humanos a sentirse decepcionados de la misma sociedad y por ello, muchos prefieren depositar sus afectos en los animales.
Tener una mascota es saludable porque su compañía genera beneficios tanto anímicos como físicos.
Sin embargo, se puede caer en un apego excesivo, lo cual provoca consecuencias negativas y se conoce como petofilia, en donde incluso el animal sufre porque se está llevando a un entorno que no es su naturaleza.
Si bien, las personas pueden adoptar a un animal, amarlo y respetarlo, pero cuando ésta condición es crónica o está acompañada de algunos trastornos emocionales por parte del tutor, las probabilidades de que se humanice al perro o gato, son mayores y ahí es donde los problemas pueden derivar en ambos.