Rafael Guízar nació en Cotija, Michoacán el 26 de abril de 1878. Nadie imaginó que su vida y obra lo llevarían a ser canonizado por el papa Benedicto Décimo Sexto.
El joven Rafael hizo sus primeros estudios religiosos para ingresar al seminario menor en el año de 1891, lo que lo llevó a ser ordenado sacerdote el primero de julio de 1901, a la edad de 23 años.
Fue misionero apostólico y director espiritual del seminario de Zamora, y pocos saben que fue fundador de un periódico religioso en la Ciudad de México, en 1911, mismo que fue cerrado al poco tiempo por los revolucionarios.
Fue acosado por el gobierno y durante varios años vivió sin un domicilio fijo debido a la persecución de la iglesia en México, lo que incluso lo obligó a huir a Estados Unidos, Guatemala y Cuba.
Aunque su labor influyó para que fuera designado como el quinto obispo de Veracruz, el 30 de noviembre de 1919.
Fue querido, respetado y admirado por su labor altruista, siempre cercana a la gente. Aunque en diciembre de 1937 sufrió un ataque cardiaco que lo postró hasta sus últimos días.
Rafael Guízar y Valencia murió el 6 de junio de 1938, a la edad de 60 años. Sus restos fueron trasladados a Xalapa, lo que causó uno de los cortejos fúnebres más impresionantes debido a las miles de personas que lloraron su muerte.
Su cuerpo fue exhumado en 1950, cuando se descubrió que estaba incorrupto, por lo que fue trasladado a la Catedral de Xalapa.
Después de que la iglesia le atribuyera milagros, fue beatificado por el Papa Juan Pablo II, el 29 de enero de 1995, y canonizado por el Papa Benedicto el 28 de abril de 2006.
Así, San Rafael Guízar se convirtió en el primer obispo de Latinoamérica en ser canonizado por la Iglesia Católica.