Evangelina Santos, ejemplo de perseverencia contra el cáncer

ZACATECAS, ZAC.- Evangelina Santos fue detectada con cáncer de mama en 2013 tras sentir una bolita en el seno izquierdo, luego de acudir al ginecólogo y someterse a una mastografía y a un ultrasonido, el oncólogo confirmó lo que sería, según sus palabras, un calvario.

"Tiene carcinoma vigilar, para mí esa palabra no significaba nada, yo jamás en mi vida había escuchado esa palabra, y yo le digo ¿y qué significa eso doctor? y me dice: que tiene cáncer. Sentí que me echó agua fría, sentí que no era yo la que estaba escuchando eso".

La angustia y negación se apoderaron de ella de manera inmediata, aunque para sus hijos y hermanos también fue una de las noticias más devastadoras de su vida. Evangelina se dedicaba a la docencia, estudiaba un posgrado y estaba a poco tiempo de jubilarse, pero jamás imaginó que sus planes serían interrumpidos por la quimioterapia.

"Es un tratamiento fatídico, es un tratamiento que le quita a uno la energía, la fuerza, el apetito, que siente uno que va a morir, siente uno que va caminando, pero que va derecho a la tumba".

Durante seis meses sintió cómo su cuerpo se debilitaba conforme avanzaba el tratamiento; su piel se tornó grisásea, perdió el cabello, las cejas y la confianza en sí misma. Además, al día siguiente de recibir la quimioterapia, se volvía intolerante a todo. La luz, el ruido, la misma gente y la ropa eran insoportables.

"Siento tristeza, siento coraje, siento cansancio, quiero renegar, quiero llorar, todo eso era parte de ese proceso de aceptación".

Los sentimientos encontrados traían a su mente pensamientos de derrota, en más de una ocasión perdió la fortaleza.

"Yo le pedía mucho a Dios que no me dejara sufrir, yo le decía Dios mío si esto va a ser lo que sigue todo el tiempo mejor recógeme, llévame, no me dejes sufrir".

Sin embargo, las ganas de vivir, la fe y el amor de su familia la empujaron para derrotar la enfermedad que impacta en gran parte de sus allegados. Además, mantiene vigente el agradecimiento hacia su médico, Francisco Luna Acuña, quien juega un papel vital en su recuperación.

"Mi padre murió de cáncer en el cerebro, a mí me detectan el cáncer en febrero de 2013 y a mi padre se lo detectan en octubre de 2013, y mi padre muere en abril de 2014, duró muy poco. Pero varios primos, sobrinos, tíos, nueve van en cinco años que nos detectan cáncer, se han muerto nueve y quedamos dos".

Evangelina se encuentra en la recta final, su última cita es en enero próximo donde con seguridad espera que el cáncer no vuelva.

"Mis expectativas de la vida cambiaron, mis sueños cambiaron, mis ilusiones, mis proyectos, todo cambió, entonces soy un ser humano nuevo, y ya no me interesa que me vean, a veces salgo sin la prótesis".

Hoy es una mujer nueva y comprometida con la sociedad para hacer conciencia sobre la detección temprana de la enfermedad que arrebata la vida a miles de mujeres en el mundo.

"Para mí este moñito que porto no significa nada más el estar en una lucha contra el cáncer, para mí significa algo más, para mí significa un reconocimiento a todas las personas que han caído por el cáncer, las que se han quedado en el camino, para mí este moñito representa lucha, coraje, miedo, confianza, esperanza por seguir luchando".