San Pantaleón, pueblo fantasma entre ruinas y devoción

Para llegar a Sombrerete, municipio ubicado al norte de Zacatecas se necesita viajar tres horas en auto desde la capital. Al llegar, arcos en color rojo y amarillo le dan la bienvenida. A 20 kilómetros se encuentra La Noria de San Pantaleón, una comunidad que en 1945 vio caer su actividad minera y la migración dejarla en silencio.

"Dio una gran época de bonanza en 1925, hay diferentes cifras, que hubo 5 mil habitantes, otros dicen que 10 mil, pero la tradición oral dice que llegó a haber hasta 20 mil habitantes flotantes, los que venían y se retiraban", narró la cronista municipal Margarita Bustos. 

El primer nombre de este pueblo fue San Martín en honor al santo y a seis de 12 cabalgantes que arribaron en noviembre de 1554 para abrir camino a los conquistadores. Registros históricos cuentan la existencia de teatros, una plaza de toros, un campo de béisbol, escuelas primarias y secundarias.

"Hubo un problema entre los trabajadores, que ellos iban a hacer cargo de todo y una compañía inglesa les cedió toda la minería, pero no funcionó. Entonces después de haber tanto comercio, tanta diversión -porque incluso hubo casinos-, se tuvieron que retirar muchas familias porque ya no había para el diario sustento. Y quedó abandonado por muchos años, nada más con las pocas familias que tuvieron mucho amor a este lugar". 

Sin embargo, hoy en día sus calles lucen en ruinas, con casas abandonadas, y del teatro y de la plaza de toros solo queda el recuerdo. Treinta y ocho personas son las que habitan La Noria de San Pantaleón divididas en cinco familias; la migración orilló a sus demás habitantes a buscar mejores oportunidades.

Es el 27 de julio cuando el pueblo revive para celebrar a su santo patrono entre música, danza y comida. Así desde hace 100 años la noria se viste de fiesta, pero no solo por San Pantaleón; a unos cuantos metros de la iglesia los fieles construyeron una pequeña capilla donde ahora le rezan a la Niña Blanca.  

"En las minas había tres imágenes, el santo patrono de los mineros, la Santísima Virgen de Guadalupe y la Santa Muerte que fue creada por un señor de apellido Alvarado y sucede que se quemó, la tenían en la iglesia. No se sabe si fue intencionalmente o no, el caso es que se quemó y solo quedó el cráneo. Fueron con un señor, Daniel Villasana, se dedicaba a restaurar y les dijo que no tenía remedio, hizo otra que es la que está ahora".