La tradicional rosca de reyes data del siglo cuatro con la entrada del cristianismo al Imperio Romano y su forma ovalada se atribuye a la visita de los Santos Reyes al pesebre donde nació el niño Jesús, además, sus adornos de frutos secos y cristalizados simulan las joyas incrustadas en las coronas de estos personajes.
Este bollo implica extensas jornadas de trabajo de hasta 18 horas durante cuatro días, una labor que apasiona a los panaderos locales como los hermanos José y Juan Preciado, quienes desde las 4 de la mañana del 4 de enero ponen manos a la obra.
"Vaciamos la harina en la revolvedora, le ponemos los ingredientes qué es la azúcar, la sal, la mantequillas, los huevos, la leche, la canela y la levadura. Empezamos a revolverla y media hora después le damos de reposo unas tres horas a la masa y empezamos a elaborar la rosca".
En esta temporada de reyes, preparan alrededor de 400 roscas, regularmente las grandes llevan seis niños dioses, las medianas cuatro y las chicas tres. Y aunque se apegan a la receta tradicional, algunos experimentan con rellenos de piña, durazno, nuez o crema de avellanas.
Juan Preciado, lleva la mayor parte de su vida entregado a la panadería y desde entonces disfruta el oficio entre los más exquisitos aromas de la panificadora La Espiga.
"Aquí ya tengo más de 30 años y ya tiene más La Espiga que está vendiendo y elaborando la rosca".
El producto final, la estrella dulce de enero, se presenta en cajas alusivas a la fecha y es ampliamente solicitado por clientes asiduos y algunos curiosos que pasan por el lugar en el Centro Histórico, quienes no pueden resistirse al aroma que escapa de los hornos industriales.