Por: Gastón García Miranda
Primeras horas de 2023. Una fuga de reos del Cereso 3 de Ciudad Juárez, deja un saldo de 17 muertos y 30 evadidos.
Sólo una muestra del caos que sigue imperando en la gran mayoría de los penales del país. Los mismos añejos problemas: extorsión, soborno, consumo de drogas, motines y autogobierno.
Entre Ceresos, es decir Centros de Readaptación Social y Ceferesos, Centros Federales de Readaptación Social, hay un total de 319; 15 federales, 251 estatales y 53 son Centros Especializados de Tratamiento o Internamiento para Adolescentes.
La Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), supervisó 233 penales en 2021,encontró que en 44 de ellos, los reos son quienes deciden, cobran por alimentos, drogas o negocios al interior. Vamos, tienen el control total.
Como en sexenios anteriores, las prisiones no constituyen una prioridad para las autoridades. No se les dota de personal ni presupuesto suficiente para resolver las necesidades tanto de los internos como del personal penitenciario.
Saskia Niño de Rivera, presidenta y cofundadora de Reinserta, advierte, "apostamos a sistemas que torturan, que maltratan, donde siguen extorsionando dentro de la cárcel, donde no hay oportunidades para quienes están privados de la libertad".
El gasto estatal, federal y de centros especializados en 2020 fue de 38 mil millones de pesos, pero en 2021, bajó a 31 mil 500 millones de pesos, es decir 17 por ciento menos que en 2020. En este contexto no hay reo se readapte o se rehabilite.
Everardo Moreno, abogado y catedrático de la UNAM, indica, "la persona sale a la calle y sale a la calle sin tener los medios suficientes para poder sobrevivir y eso implica que muchas veces tendrá que volver a delinquir".
Entre enero y noviembre de 2021, se registraron más de dos mil incidentes en los centros penitenciarios; arriba de 6 mil internos se vieron implicados. Entre los incidentes reportados destacan 10 homicidios de internos en reclusorios estatales, 504 riñas y cinco motines en penales locales.
La indiferencia oficial y social hace de los centros penitenciarios una peligrosa bomba de tiempo. Es la reflexión de un interno, "somos presos pero seguimos siendo humanos"