El municipio de Chilchota, Michoacán, es considerado como "La capital mundial de los azahares", sin embargo, durante los últimos años la producción artesanal de estos artículos utilizados en bodas, bautizos y primeras comuniones, ha caído de forma considerable, a tal grado que el 80% de los talleres que había hace un par de décadas han tenido que cerrar sus puertas. Rafael, es una de las pocas personas que siguen avante con esta actividad, ahora en cantidades menores y solo bajo pedido. El oficio lo aprendió desde niño, trabajó en varios talleres del lugar y fue hasta el año de 1970 cuando emprendió su propio negocio, las creaciones elaboradas con materiales como el listón, el botón de azahar, la tela, los cristales y el migajón, se convirtieron en su principal fuente de ingresos.