México además de ser un país generador de mano de obra, es ahora un lugar de paso para cientos de miles de migrantes que viajan desde los países de CentroAmérica hacia el norte, por que las personas tienen la idea de que al llegar a Estados Unidos, casi de forma automática cambiará su condición económica y podrán ayudar a su familia a tener dinero para salir adelante.
Con la llegada del presidente Biden a la Casa Blanca, las políticas migratorias en los Estados Unidos no han mejorado, incluso la vicepresidenta de ese país, ha hecho el llamado a los ciudadanos migrantes para que no vayan, pues las fronteras seguirán cerradas a los visitantes que lleguen de forma ilegal.
Durante el primer periodo del año 2021 el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, reportó un incremento de niños migrantes que pasó de 380 a casi 3 mil 500 en tres meses, es decir, 9 veces más que el mismo periodo del 2020, en su mayoría provenientes de El Salvador, Guatemala y Honduras, emprendiendo un viaje de hasta dos meses, solos, agotados y con miedo de ser víctimas de violencia y explotación, siendo reclutados por parte de las bandas y de la trata, que se ha triplicado en los últimos 15 años".
Para los migrantes que se encuentran en calidad de ilegales en la zona fronteriza entre México y Estados Unidos, la vida es complicada, pues una vez que son deportados, deben buscar refugio en casas de migrante donde pueden pernoctar por pocos días, situación similar se vive en algunos municipios de Michoacán, donde los albergues tienen límite de tres noches.
Una vez que los migrantes logran llegar y establecerse en Estados Unidos, envían remesas a sus paisanos, recursos que se invierten en educación, salud y construcción de sus viviendas.