La micorrización podría atenuar las alteraciones provocadas por la falta de agua y mejorar la capacidad de resistencia al estrés hídrico de algunos cultivos; además, las micorrizas mejoran la resistencia de las plantas a enfermedades, pues al estar mejor nutridas se promueve una mayor resistencia frente a organismos patógenos. Las micorrizas son deseables en suelos afectados por metales pesados, ya que se ha comprobado que, en suelos contaminados por estos metales, las plantas micorrizadas poseen mayor resistencia, gracias a la capacidad que obtiene para inmovilizar los metales en la raíz, con lo cual impiden que pasen a la parte aérea de la planta. La micorriza es una asociación constituida por un conjunto de hifas fúngicas (micelio) que, al entrar en contacto con las raíces de las plantas, las pueden envolver formando un manto e introducirse en ellas a través de las células del córtex, como en el caso de la ectomicorriza o como en el caso de la micorriza arbuscular, penetran la raíz, pero no se forma ningún manto. Esta red de micelio permite, bajo ciertas condiciones, un libre flujo de nutrientes hacia las plantas hospederas y entre las raíces de las plantas interconectadas, lo que sugiere que la micorriza establece una gran unión bajo el suelo entre plantas que, a simple vista, podrían parecer lejanas y sin ninguna relación. Además, las micorrizas absorben azúcares de la raíz de las plantas e introducen nutrientes como el fósforo, nitrógeno, potasio, calcio, azufre, zinc, entre otros en su sistema vascular.